Victor Hugo refiriendose a Donibane: «Calle única, que siempre te lleva a donde quieras ir…»
Poeta, dramaturgo, ensayista, novelista, crítico, político, dibujante y pintor, Victor Hugo, nacido en Besançon, el 26 de febrero de 1802, «cuando el siglo tenía dos años…» es quizá el máximo exponente de la literatura francesa y del romanticismo universal del siglo XIX.
Hugo es uno de los pocos talentos reconocidos en vida, y así lo demostraron los dos millones de personas que asistieron a su funeral, el 22 de mayo de 1885.
El verano de 1843, Victor Hugo, no decidió visitar Pasaia, nos encontró por casualidad. Realizaba un viaje por la zona occidental de los Pirineos, y paseando por San Sebastián, a través del monte Ulia, llegó hasta San Pedro. Las bateleras, bravas mujeres encargadas de la comunicación entre «el nuevo y el viejo pasaje», le trajeron hasta aquí, y encantado por todo lo que contemplaba, decidió quedarse una temporada, concretamente, en la hoy ya conocida como Casa Victor Hugo. Como buen observador, no pierde la ocasión de realizar una magnífica descripción del entorno, mediante una mezcla de realismo, respeto, humanismo, entusiasmo, e incluso ironía.
Todos los escritos y apuntes de su viaje, aparecen a modo de diario en el libro «Los Pirineos», editado por José J. De Olañeta, y que incluye unas ilustraciones que él mismo realizó.
Al volver en 1843, nada más llegar le impacta el deterioro de los pueblos y gentes tras las guerras carlistas. Sin embargo, a pesar de este hecho, es sorprendente su sensibilidad acerca de la entidad de los vascos:
«Un vínculo secreto y profundo, y que nada ha podido romper, une, incluso, a pesar de los tratados, esas fronteras diplomáticas, incluso a pesar de los Pirineos, esas fronteras naturales, a todos los miembros de la misteriosa familia vasca. La antigua palabra «Navarra» no es una palabra. Se nace vasco, se habla vasco, se vive vasco y se muere vasco. La lengua vasca es una patria, he dicho casi una religión. Decid una palabra vasca a un montañés en la montaña; antes de esa palabra apenas erais un hombre para él; ahora sois su hermano. La lengua española es aquí una extranjera como la lengua francesa. (…) Francia tomó una cara de los Pirineos, España tomó la otra; ni Francia ni España han podido disgregar al grupo vasco. Bajo la nueva historia que se superpone desde hace cuatro siglos, todavía es perfectamente visible como un cráter bajo un lago…»